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jueves, 8 de noviembre de 2012

Concurso de mágia


Onan esperaba sentado frente a la gran maquinaria mágica que le llevaría al éxito del concurso de magia bianual de Septiembre que se realizaba en las colinas del Este de la ciudad. Había fabricado durante meses una máquina mágica de clonación automática. Con ella no se necesitarían células para clonar, sólo la intención mágica de hacerlo.

La mayoría de los concursantes eran expertos magos de barba blanca con túnicas de escuela privada y gorros de nivel superior a 80. Por el contrario, Onan era joven, inexperto y jamás había ganado un premio.

La máquina dejó de sonar, una silueta parecía distinguirse entre la neblina formada por el humo expulsado por la máquina. La silueta comenzó a desplazarse en dirección hacia Onan y la neblina iba desapareciendo, así Onan consiguió distinguir que el Clon había sido todo un éxito.

- Probablemente estés confundido... - Explicó Onan - ... y un poco alterado, te lo explicaré todo: Tu nombre es Conan, eres un clon de mí, compartes mi ADN al completo, ni un gen más ni uno menos. Te voy a presentar a un concurso que vamos a ganar, y trabajarás conmigo para ayudarme en mis tareas mágicas del hogar.

Onan, confundido, no respondió. Pero asintió con la cabeza a todo. Al compartir toda la información genética, celular y cerebral, el Clon pensaba que era el propio Onan, con lo que se llevó una decepción al observar que él era el Clon.

Llegó el día del concurso, y Onan y Conan emprendieron el largo camino, hablando sobre nuevas teorías y modelos de la magia.

Al llegar, examinaron en el papel mágico de la entrada cuál era su posición para exponer el experimento y observaron que estaban en segundo lugar. Las listas se hacían al azar mágico, con lo que no suponía nada exponer en el segundo puesto. Los dos se alegraron del puesto que tenían.

Afa, la líder maga del concurso, dio paso a la presentación del mismo, y sin más dilación nombró al primer concursante para que expusiera su descubrimiento mágico. El concursante era un viejo destartalado con sombrero de nivel 2, que presentaba un paraguas invertido mágicamente, con lo que se conseguía despejar el cielo en todo lo que ocupaba el paraguas hacia arriba, pero de paraguas hacia abajo seguía lloviendo.

- Esto está ganado Conan. - Dijo Onan deseando que Afa les abriera paso para exponer.

Cuando Onan y Conan expusieron el trabajo conjuntamente se escucharon alaridos de asombro y estremecimientos de duda,  que acabaron en un estruendoso aplauso mágico final, prueba del éxito que habían tenido.

El siguiente concursante había logrado reunir mágicamente los 9 huevos mágicos de la Gallina Turuleta pero no había conseguido sacarle el décimo.

El concurso siguió adelante con todo tipo de artilugios, descubrimientos, e invenciones. Y, tras 5 largas horas mágicas Afa concluyó cual había sido el experimento ganador:

- Y el ganador de los 78 millones de monedas mágicas ha sido... ¡Onan y su máquina mágica automática de clonación!

Onan se alegró tanto que se puso a llorar pero cuando iba a subir las escaleras se encontró con que Conan también estaba llorando y subiendo las escaleras para recoger el premio.

- ¿Dónde vas tú? - Preguntaron al unísono. - ¡Yo soy Onan! - Exclamaron de nuevo los dos a la vez.

Afa, con sus años de experiencia puso solución al asunto:

La solución más sencilla es que compitáis en un combate mágico a muerte. Teniendo la máquina, con que uno de vosotros sobreviva se podrá crear otro clon exactamente igual.

Lo que en un principio había sido un concurso científico, acabó en un espectáculo sádico que se cobró la muerte del Clon Conan.

- Realizado el combate, el premio de los 78 millones de monedas mágicas irá destinado a Berto, el inventor del paraguas mágico invertido.

Onan, furioso y ansioso por el dictamen de Afa, exclamó exaltado:

- ¡Si he ganado el combate! ¡He destruido el Clon que yo mismo creé, merezco el premio!

Afa, representando a la mágica sabiduría, contestó:

- Ese es el problema Onan, nuestra Ciencia mágica sirve para crear, no para destruir. Para ayudar, no para hacer sufrir. Has dado más importancia al premio que a la vida que has creado y por ello no eres merecedor del premio.

Onan llegó a su casa con 53 céntimos de moneda mágica y sin ningún clon.