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viernes, 23 de marzo de 2012

Trébol de 4 hojas, el origen

La leyenda cuenta que existe un trébol de cuatro hojas capaz de otorgar a su portador suerte por toda la vida.

Yo puedo verificar que el trébol existe, lo conocí hace un par de años, subí al tren regional que cojo regularmente para desplazarme desde Villena hasta Valencia ( Estación del Norte) y lo ví en el primer asiento pegado a la puerta. el Típico asiento en el que uno se sienta porque no hay más espacio en el tren, y, en efecto, el tren iba lleno, así que no tuve más remedio que colocarme en el asiento de al lado del trébol, algo que, como podéis comprender me desconcertaba bastante porque tenía cuatro hojas y además, ERA UN TRÉBOL!!

Al principio, como en toda relación de compañeros de viaje desconocidos, las frases que se dicen suelen ser referentes al tiempo, con muchos latiguillos del tipo "pues nada...", "bueno..", pero al final, sin recordar exactamente cómo, acabamos hablando sobre el pasado del trébol de cuatro hojas:

En mi familia éramos 4 hermanos, yo el tercero. Por supuesto, todos tenían sólo 3 hojas, como todos. Como puedes imaginar la genética y la evolución nos llevan a tener comportamientos de discriminación con aquellos que son diferentes incluso antes de tener consciencia de nosotros mismos, sobre todo si la diferencia se puede ver. Y tener una hoja más me supuso un grave problema. Mis hermanos se metían conmigo y mis padres no quisieron llevarme a la guardería por miedo a que los demás niños viesen mi cuarta hoja y se riesen de mí. Pero la enseñanza primaria es obligatoria y, como bien mis padres habían predicho, todos mis compañeros de clase se burlaban de mi deficiencia. No fue mejor en la época de la pubertad, donde, además de ser objeto de burla, las hormonas comenzaron a evolucionar creando en mí una fuerte atracción hacia el sexo. Pero gracias a mi cuarta hoja nadie se fijaba en mí si no era para burlarse, lo que me frustraba todavía más. También me supuso un problema el acceso al mundo laboral, ya que en mi foto del currículum aparecía mi cuarta hoja, y los jefes no querían contratar a alguien con semejante discapacidad. Pero todo cambió el día que conocí a un biólogo que se asemejaba un poco a mí porque había sido el típico al que todos se refieren como rata de biblioteca, cerebrito, friki, o loco. El biólogo sintió tanta admiración por mi cuarta hoja que enseguida nos hicimos muy buenos amigos. Lo que ninguno de nosotros sabíamos era que mi cuarta hoja tenía... ¿como decirlo?.. poderes sobrenaturales... si, algo así. Bueno el caso es que desde que me conoció, el biólogo tuvo excesiva buena suerte: todos los experimentos le funcionaban a la primera incluso aunque fuesen en contra de las leyes de la física, le tocó la lotería en 5 ocasiones, comenzó a relacionarse con la gente sin que le tratasen como un rarito, etc. 
Un día investigó mi cuarta hoja y entonces descubrió que yo era quien le otorgaba esa suerte, decidió entonces exponer su descubrimiento en un museo, es decir, me expuso en un museo y me sentí realmente bien, todo el mundo me admiraba, aquello que durante toda mi vida había supuesto objeto de mofa ahora parecía producir las emociones opuestas: atracción y fascinación. Al principio me sentí como alguien nuevo, contento por el cambio pero enseguida me di cuenta que la raza humana no dista mucho de la raza trébol. Intentaron comprarme infinidad de ricos, intentaron también robarme, incluso en una ocasión destruirme. Todo por mi extraño poder. Había pasado de ser el marginado a ser    sólo un poder. Nada me parecía haber cambiado.. Tomé la decisión de marcharme, huir de todos, incluido mi amigo el biólogo, y pasé varios años perdido en África. Allí escuché que me buscaban por mis poderes mágicos así que decidí volver a casa, donde seguro que me cuidarían bien.


Llegamos a la estación de Valencia y el tren no se retrasó ni un minuto, nos despedimos. Bajé al metro pensando en la historia que me había contado. Pensaba que no tenía viajes disponibles en la tarjeta de metro pero al parecer la tenía llena. Justo al bajar llegó el metro que me deja a escasos metros de mi casa, casi vacío. Al parecer los poderes del trébol me habían facilitado aquel viaje.

La pereza del Sol

Un día 21 del mes de abril, el Sol se encontraba acostado durmiendo plácidamente y decidió no salir, pues estaba tan bien en su cama!!

Lo que el Sol no sabía era que su pereza acarrearía unas consecuencias catastróficas:

Los edificios que funcionaban con energía solar se quedaron sin suministro eléctrico. Las personas, llamadas por el móvil personal del temor, comenzaron a saquear tiendas y bares, fábricas y almacenes, colegios y hospitales con el objetivo de sobrevivir a un posible fin del mundo. Las plantas no podían producir oxígeno ya que si no les daba la luz solar sus células clorofílicas no podían llevar a cabo el proceso de fotosíntesis. Los girasoles acabaron con tortícolis porque no sabían donde tenían que mirar. Los mosquitos acabaron exhaustos porque seguían volando pensando que la noche no había acabado. Los animales de sangre fría buscaban calor y se dirigían hacia los volcanes para encontrarlo allí. Los animales de sangre caliente emigraban para buscar el día.

Cuando el Sol se levantó se encontró con todo el escándalo que se había armado por sus egoístas ganas de dormir, y decidió nunca jamás volver a ser perezoso.